Carta abierta a la organización

El agente Z, harto de ser infravalorado por los responsables de la agencia, declara:
- Qué de ninguna manera volveré al desierto en misión especial a no ser que me asignen un vehículo a motor. Un botijo y una gorra de visera no son suficientes herramientas para ningún agente secreto.
- Qué no aceptaré más esa deducción que vienen haciendo de mi nómina en concepto de "Fondo para los huérfanos de la I Guerra Púnica", aunque sólo suponga un 27% de mi salario total.
- Qué el próximo verano, a limpiar la piscina del chalét del director va a ir su tía.
- Qué, o arreglan el ascensor, o trasladan mi despacho del 9º piso al sótano.
- Qué, hablando de mi despacho, no ejercerá nunca más como guardería para los niños del resto de empleados.
- Qué el gato del conserje ha tomado mi maletín como zona de aseo personal y me estoy cansando ya.
- Qué en 30 años de servicio no se han dignado a ascenderme de categoría. En mi carnet sigue apareciendo "Agente de clase puaj".
- Qué estando en pleno uso de mis facultades mentales y físicas (bueno, menos este estreñimiento que me está matando) y visto el cúmulo de vejaciones a que he sido sometido en estos años, he vendido todos los secretos que obraban en mi poder al enemigo. Lástima que estos secretos se limitaran a saber donde está la llave del baño privado del jefe...
Y que nadie se atreva a llamarme traidor, que ya he podido ahorrar lo suficiente para comprar munición para mi pistola Mauser de 1898, y puedo liar una escabechina. He dicho.
12.01.2008. 10:09
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