Misión imposible
08:40 a.m.: Llego a la casa del chiquillo. Una mujer, posiblemente la madre, abre la puerta y me invita a pasar. Me ofrece un café pero lo rechazo, no se puede beber en horas de servicio...
08:47 a.m.: La mujer arrastra a un chico desde una habitación por el pasillo. Le da un beso y nos presenta. No me gusta la mirada que me ha echado. Nos vamos.
09:08 a.m.: El objetivo me hace parar el coche, porque se hace pis. La rueda delantera izquierda del vehículo queda humedecida.
09:22 a.m.: Llegamos al colegio. El niño me hace un gesto obsceno con el dedo y entra.
09:27 a.m.: Detecto a la criatura intentando bajar por una canaleta, desde el primer piso del edificio al patio del colegio. Le sujeto por la oreja izquierda y le llevo a clase. La señorita me dedica una sonrisa y hace sentar al elemento subversivo. Me quedo en el fondo del aula y vigilo desde allí.
10:15 a.m.: Repasada la lección de Geografía, quedo perplejo al saber que el Mar Negro queda lejos de Cuenca. Una niña se vuelve y me dispara con un bolígrafo a modo de cerbatana.
10:44 a.m.: El condenado nene se come una pera y un yogur de fresa, mientras mi estómago empieza a quejarse.
11:00 a.m.: Estamos en clase de Biología. Mientras el angelito disecciona una rana, suena mi móvil. He recibido un mensaje de texto de la agencia. Por lo visto se ha extravíado un informe sobre el caso Pécora y debo ir para aclarar el asunto.
11:03 a.m.: Le comunico al interfecto las dos reglas básicas: "de aquí no te muevas" y "pórtate bien" y salgo disparado a la oficina.
11:43 a.m.: La señorita Valeria no sabe nada de un aviso y Peláez dice que el caso Pécora no lo lleva la agencia, es un asunto turbio que está en la prensa estos días.
11:49 a.m.: Caigo en la cuenta que he sido víctima de un engaño y vuelvo al colegio raudo y veloz.
12:37 a.m.: El párvulo no aparece por ningún sitio. Por fin lo encuentro en el laboratorio, destilando ginebra a granel. Le registro y requiso un móvil y un carnet de conducir falso.
13:00 a.m.: La hora de la venganza ha llegado. Después de seis años por fin voy a concluir una misión con éxito. La cocinera sirve un plato de acelgas al niño, mientras éste me mira suplicante. El señor Raminikov, mi jefe, sabrá recompensarme cuando sepa que he conseguido que su vástago coma verdura. Nunca las lágrimas de un niño me hicieron tan feliz.
06.02.2008. 10:36